martes, 15 de enero de 2008

Secuestrados por las FARC revelan en cartas que viven encadenados, vejados y también "enojados"

Los secuestrados por las FARC sobreviven en las selvas colombianas encadenados, maltratados y también enojados por la "perversidad del malo" y "la indiferencia del bueno", según dicen en unas cartas hechas públicas hoy."No es el dolor físico lo que nos hiere, no son las cadenas que llevamos colgadas a nuestros cuellos lo que nos atormenta, no son las permanentes enfermedades las que nos afligen. Es la agonía mental causada por la irracionalidad de todo esto, es el enojo que nos produce la perversidad del malo y la indiferencia del bueno", dice una de esas misivas difundidas por Radio Caracol.Esta carta, firmada por el coronel de la policía Luis Mendieta, el ex congresista Orlando Beltrán, el ex gobernador Alan Jara, el capitán Enrique Murillo Sánchez, el teniente William Donato y el sargento Arbey Delgado Argote, fue dirigida al director de Caracol Radio, Darío Arismendi.Otras, de un total de ocho secuestrados, fueron entregados a sus familiares por la ex congresista Consuelo González de Perdomo, que fue liberada por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC)ARC junto con la ex candidata a la vicepresidencia de Colombia Clara Rojas el pasado 10 de enero.A la vez que sirven de pruebas de supervivencia de sus firmantes, las cartas muestran la denigrante condición en que se encuentran en las selvas colombianas.En una de estas cartas, el ex congresista Jorge Eduardo Gechen Turbay clama porque no lo dejen morir en la selva y pide ser llevado, como prisionero de guerra, a Cuba para recibir atención médica para sus problemas de salud, que, según parece, son gástricos, lumbares y del corazón.Gechen fue secuestrado en febrero de 2002 de un avión que el grupo terrorista obligó a aterrizar en una carretera en el sureste de Colombia, pocas horas antes de que el Gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002) diera por terminados tres años de un frustrado proceso de paz con las FARC que incluyó la desmilitarización de 42.000 kilómetros cuadrados en las selvas del suroeste.Por su parte, el coronel Mendieta, en una carta a su esposa María Teresa y sus hijos Jenny y José Luis, de la que se hicieron públicos algunos fragmentos a través de Radio Caracol, habla del drama de vivir en la selva, con bichos, ríos, un pésimo clima y enfermedades como una parálisis que sufre en las piernas.Mendieta no desaprovechó un sólo espacio del papel en que escribió, donde casi nada quedó en blanco. Su hija Jenny leyó sus palabras con voz entrecortada.El coronel, secuestrado hace nueve años, habla de que pasó cinco semanas sin poder caminar, transportado en una hamaca, y luego empezó a andar con improvisadas muletas, con un bastón, por pantanos y ríos, espantando bichos, tábanos, zancudos -"espante y espante"- y teniendo que arrastrarse hasta un improvisado baño por el barro para hacer sus necesidades.Jenny, antes de leer la carta, pidió a los colombianos entender el "gran dolor" que están sufriendo los secuestrados y sus familias."Casi nunca publicamos una carta y escuchen el gran dolor que están sufriendo los secuestrados", dijo.El oficial de la Policía, encadenado por el cuello y amarrado por las noches a un palo como todos los demás policías y soldados secuestrados, cuenta en su carta que cuando intentó volver a caminar se sintió como "un niño".También relata que, con llagas y cicatrices, lleva varios años "en mal estado de salud", que sufre represalias de la guerrilla, que es "difícil repartir cada cosa que llega", que en dos ocasiones ha tenido paludismo y ha tomado muchos medicamentos.También dice que desde hace año y medio tiene un dolor en el pecho, que los huesos, las articulaciones y las piernas le duelen, y que en la espalda tiene "una mancha morada", que atribuye a un golpe.También que no tienen que leer, aunque "a veces" llega una revista "Semana" o "Cambio", que estudia con otros y con Alan Jara, secuestrado cuando viajaba en un vehículo de la ONU en julio de 2001, que, según dice, es "un buen profesor".No tienen ni libros, ni cuadernos, ni con que escribir, aunque hay algunos juegos de mesa.La esposa de Jara, Claudia Rugeles, recibió cinco fotografías de él y varias cartas.Al oler las cartas "a través de ellas como que me traslado y siento un poquito de él", dijo.Rugeles consideró que la mediación del presidente venezolano, Hugo Chávez, y la senadora colombiana Piedad Córdoba "está rindiendo sus frutos".Las cartas de los ocho secuestrados a sus familias fueron entregadas por los miembros de las FARC al hoy ministro de Interior de Venezuela, Ramón Rodríguez Chacín, el pasado 10 de enero cuando recibió, en algún lugar de las selvas colombianas, a Clara Rojas y Consuelo González.

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